¿Cuándo fue la última vez que hiciste una mudanza? Si aun te acuerdas de ello, es muy probable que recuerdes la sensación de «¿de dónde han salido todas estas cosas?».
En nuestra rutina diaria utilizamos un cierto número de objetos, y el resto es muy posible que se quede en un cajón, en el armario, o en la mesilla, acumulando polvo… Sin embargo, algo nos impulsa a adquirir más y más artículos, bajo la promesa de que, cuando los tengamos todos, al fin seremos felices.
Hoy te voy a contar dos historias, con más de 2.000 años de diferencia, que representan dos fenómenos opuestos: el Consumismo y el Minimalismo.
Veremos que no son algo sólo de nuestros días, y que llevan afectando al ser humano miles de años.
Tabla de Contenidos
EFECTO DIDEROT
«El pobre puede descansar sin pensar en las apariencias, pero el rico siempre está bajo presión».
Denis Diderot.
El filósofo francés Denis Diderot vivió toda su vida en la pobreza, pero todo cambió un día de 1765.
La hija de Diderot estaba a punto de casarse y él no tenía dinero para pagar la boda. A pesar de su falta de fortuna, Diderot era bien conocido por su papel como cofundador y escritor de la Encyclopédie, una de las más exhaustivas enciclopedias de su tiempo. Cuando Catalina la Grande, la emperatriz de Rusia, se enteró de los problemas financieros de Diderot, su corazón se apiadó de él. Catalina era una amante de los libros y había disfrutado enormemente de la Encyclopédie de Diderot. Se ofreció a comprar su biblioteca personal por 1.000 libras (más de 140.000€ actuales). Además del generoso pago por la biblioteca, Catalina la Grande le pidió que conservara los libros hasta que ella los necesitara y ofreció pagarle un salario anual por actuar como su bibliotecario privado.
Con su nueva riqueza, Diderot no sólo pagó la boda de su hija, también se compró una bata de terciopelo escarlata para él.
Diderot y su bata
La bata escarlata de Diderot era hermosa. Tan hermosa, de hecho, que él inmediatamente se dio cuenta de cuán fuera de lugar estaba rodeada por el resto de sus humildes posesiones. Diderot escribió que no había coordinación, ni unidad, ni belleza entre su bata y el resto de sus cosas (en su obra de 1768, lamentos por mi vieja bata).

Diderot pronto comenzó a sentir la urgencia de mejorar sus posesiones. Reemplazó el tapete por uno de Damasco. Decoró su casa con caras esculturas. Compró un espejo para colocarlo sobre la chimenea y una mejor mesa para la cocina. Retiró su antigua silla y la sustituyó por un sillón de piel. Como piezas de dominó, una nueva adquisición siguió a la anterior.
Su filosofía
El comportamiento de Diderot no es poco común. De hecho, la tendencia a realizar una compra detrás de otra lleva su nombre: efecto Diderot. El efecto Diderot sostiene que obtener una posesión con frecuencia crea una espiral de consumo que conduce a realizar compras adicionales.
«Yo era el amo absoluto de mi vieja bata, pero me he convertido en esclavo de la nueva» .
Diderot afirmaba que «comenzamos a identificarnos con nuestras posesiones y a buscar otras que se asocien a nuestro sentido de identidad«. Cuanto más compramos más necesitamos comprar. En un proceso semejante, la búsqueda de la felicidad es una quimera que lleva a la frustración y finalmente a la depresión.
SÍNDROME DE DIÓGENES
«Si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador«.
Diógenes de Sínope.
Este efecto contrasta con otro procedente de la filosofía griega, el Síndrome de Diógenes.
En psicología se considera como un trastorno del comportamiento que se caracteriza por el total abandono personal y social, así como por el aislamiento voluntario en el propio hogar y la acumulación en él de grandes cantidades de basura y desperdicios domésticos.
Sin embargo, esta definición se ha ido desviando de la que originariamente era la filosofía del propio Diógenes de Sínope (412-323 a.C.). Este adoptó y promulgó hasta el extremo la independencia de las necesidades materiales y los ideales de privación (corriente conocida como el cinismo clásico).
Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles con una lámpara encendida diciendo que “buscaba hombres” (honestos).
Al contrario de lo mencionado sobre la acumulación de basura y desperdicios, Diógenes tenía escasas posesiones. Su bastón, que le ayudaba a caminar, su manto, que le cubría, y su zurrón, que contenía un cuenco y una escudilla para comer y beber. De estos últimos se desprendió al ver a un niño comer sobre un trozo de pan y beber sobre sus manos.
Diógenes y Alejandro Magno
Escena de Diógenes y Alejandro Magno
Cuenta la leyenda, que Bucéfalo, el caballo de Alejandro Magno, estuvo a punto de pisotear a Diógenes mientras este le observaba en silencio. El monarca se bajó de su caballo y se acercó al filósofo para disculparse y verle de cerca. «Padre de la sabiduría, pide lo que desees y te será dado. Alejandro el Grande te asegura que lo tendrás«.
Diógenes lo miró de arriba a abajo y le respondió: «No sé por qué te llaman el Grande porque eres medio enano pero, como deseas hacer algo por mí, sigue tu camino que me estás ocultando el sol y me duelen los huesos».
Su filosofía
Muy a diferencia de lo que hoy se conoce como Síndrome de Diógenes, podemos destacar la que era la idea cínica de autosuficiencia: una vida natural e independiente a los lujos de la sociedad. Según Diógenes, la virtud es el soberano bien. Los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al mínimo sus necesidades.
MINIMALISMO
Los problemas que manifestaba Diderot hace casi 300 años siguen acosando a la sociedad actual. Más aun con los avances tecnológicos y el uso masivo de las redes sociales. Vivimos en la sociedad de lo inmediato, y empresas como Amazon hacen posible que puedas tener cualquier objeto en la puerta de tu casa en menos de 24 horas, sin moverte del sofá.
El contexto es completamente distinto al que enfrentaba Diógenes. Definitivamente no es tan sencillo ocultarse en un barril (o en una cabaña) y mantenerse alejado de la influencia de amigos, familia, medios de comunicación o empresas…
Sin embargo, sí existe una corriente, denominada Minimalismo, que pretende limitar la influencia que nuestras posesiones ejercen sobre nuestros estados de ánimo.
La pregunta clave que se hacen los minimalistas es «¿Este objeto aporta valor a mi vida?», y si la respuesta es no, directamente se desprenden de él, vendiéndolo, regalándolo, reciclándolo o tirándolo.
«Trucos» minimalistas
Existe un método sencillo para llevarlo a cabo, y es «el reto minimalista de 30 días«. Se trata de escoger un amigo o familiar que quiera participar contigo, y desprenderos el día 1 del mes de un objeto que no aporte valor a vuestras vidas. El día 2 de dos objetos. Y así sucesivamente hasta el día 30 del mes. Quien sea capaz de mantener la secuencia por más tiempo, gana. Aunque en realidad, con que llegaseis al final del juego, ya habríais ganado los dos.
Te cuento una anécdota para descubrir cuáles son los objetos de verdadero valor. El verano pasado hubo un incendio muy cerca de mi casa, tanto que hasta nos tuvimos que preparar para coger nuestras cosas y abandonar las casas porque el fuego avanzaba peligrosamente hacia nosotros. En esa circunstancia tuve que valorar qué era lo más importante para mí, y qué estaba dispuesto a sacrificar. Me quedé con mi perro, algo de dinero, unos documentos y algo de ropa. El resto estaba dispuesto a perderlo para siempre.
Por eso, para valorar lo que es realmente importante para ti piensa, «si mi casa estuviese a punto de quemarse, ¿Qué me llevaría en una mochila?».
CONCLUSIONES FINALES:
¿Qué podemos aprender entonces de las historias de Diderot y Diógenes?
Lo primero de todo es que son ejemplos muy extremos, y no por ello hemos de posicionarnos en uno de los dos necesariamente. Sería más aconsejable situarse en algún lugar entre ambos.
De Diderot, podríamos aprender a ser conscientes del impulso que sentimos de comprar cosas que no necesitamos, con el objetivo encubierto de ser más felices.
De Diógenes, que realmente necesitamos mucho menos de lo que pensamos. Que, como defienden los minimalistas, sólo necesitamos aquello que aporta verdadero valor a nuestras vidas, y cuando deje de hacerlo, lo mejor es desprenderse de ello para ser más libres.
Yo he empezado este mes el reto minimalista. Hoy me toca desprenderme de 4 cosas y, ¿sabes qué? tengo muchas ganas de ponerme a buscar de qué 4 cosas me voy a liberar hoy ?
Te animo a hacer lo mismo.