¿CÓMO LLEVAR UNA ALIMENTACIÓN CONSCIENTE?

ALIMENTACIÓN CONSCIENTE

 

La comida  es uno de los elementos esenciales de nuestra vida, sin ella no podríamos llevar a cabo gran parte de nuestras actividades diarias. Sin embargo, no solemos prestarle la atención que se merece tanto a la hora de comprar nuestros productos como a la hora de consumirlos.

El primer capítulo de nuestro Consumo mensual es la comida. Veamos cómo podemos aplicar un poco de CONSCIENCIA  a nuestra alimentación.

¿QUÉ ES LA ALIMENTACIÓN CONSCIENTE?

Tal y como definimos al inicio de este Blog, el Consumo Consciente consiste en pararse a analizar aquello que realmente necesito y, desde ahí, buscar la mejor opción disponible que cumpla una serie de criterios que yo determino previamente.

Por su parte, la Alimentación Consciente o Mindful Eating,  consiste en aplicar la atención plena al comer, poniendo atención e intención a la experiencia de pensamientos, emociones, sensaciones físicas y conductas que tienen lugar antes, durante y después del acto de comer. Esto nos ayudaría a percibir la saciedad y la diferencia entre el hambre física y la emocional.

Es decir, escuchar a nuestro cuerpo e identificar las señales que nos indican cuándo debe comenzar o terminar la ingesta de alimentos.

¿QUÉ IMPORTANCIA TIENE PARA TÍ LA COMIDA?

«Lo importante no es lo que se come sino cómo se come» – Epicteto

Muchas personas consideran el hecho de comer como una tarea más que hay que realizar durante el día, casi incluso como un incordio, pues tienen que parar su rutina para sentarse a comer.

Hay varios aspectos que deberíamos tener en cuenta si queremos favorecer una alimentación consciente. En primer lugar se trataría de dedicarle un momento concreto y exclusivo, en el que no hacemos otra tarea más que comer. Sin móviles, sin ordenadores, sin televisores… El multi-tasking está muy de moda en estos tiempos pero no ayuda a concentrarse plenamente en una de las tareas concretas que estás realizando.

Solemos asociar la comida con un evento social, lo que favorece que sea percibido como un momento agradable y de disfrute. Sin embargo, te recomendaría que un día, cuando tengas delante de ti un delicioso plato de tu restaurante favorito, o que hayas cocinado tú mism@, te desconectes de todo y de todos y pongas tu atención plena y tus sentidos en disfrutar de ese momento. Sus olores, sus sabores, sus colores, sus texturas… disfrútalo y obsérvalo todo. Eso es alimentarse conscientemente.

¿CÓMO ES TU COMIDA?

«Dime lo que comes y te diré quién eres.» – Anthelme Brillant-Savarin

Hoy en día existen multitud de dietas disponibles para cada persona. Desde una dieta omnívora hasta una dieta 100% vegana todo es posible y aun así manteniendo una combinación de macro y micronutrientes equilibrada. Por lo tanto, ¿te has planteado cuál de ellas va contigo? ¿Has probado alguna  para ver cuál te sienta mejor?

Más allá de las dietas clásicas, la dieta cetogénica, la dieta paleolítica, la dieta vegana o el ayuno intermitente son algunos ejemplos que podrían merecer la pena explorar. En cuanto a este último, una de sus ventajas sería que puede adaptarse bastante bien a nuestro ritmo de vida actual, permitiéndonos organizar nuestros horarios de comida en aquellos momentos del día en que creamos que tendremos más tiempo para disfrutar de esta actividad.

Respecto al tipo de dieta o alimentación que escojas, en mi opinión no es necesario ser estrictos. Prueba aquella que te llame la atención, observa los efectos que produce en ti y quédate con los aspectos que te funcionen mejor, tanto a nivel físico como mental o espiritual.

¿DE DÓNDE VIENE TU COMIDA?

“En casa sirvo el tipo de comida cuya historia conozco” – Michael Pollan

Nuestras abuelas no tenían que hacerse esta pregunta pues venía todo de un sólo lugar, la huerta y los mercados. Los tiempos han cambiado. Los avances tecnológicos han aumentado nuestras opciones, pero nuevas y refinadas técnicas de marketing  dificultan una adecuada y consciente selección de los productos más saludables para nosotr@s.

Por tanto, en este punto habría que plantearse dónde compramos nuestra comida. La opción de los supermercados y las grandes superficies es muy cómoda pues nos facilita tener a mano en un mismo espacio todo tipo de productos, ahorrándonos el tiempo de tener que ir a varios comercios. Sin embargo, el precio no siempre será el más económico y es probable que la calidad tampoco sea la mejor.

Otra alternativa es acudir a mercados o comercios especializados, como fruterías, carnicerías o pescaderías. La alimentación consciente empieza aquí, en tu relación con el producto que vas a comprar, en las conversaciones con los tenderos, en poder probar los alimentos antes de comprarlos. Verás que la experiencia es muy diferente a la de un supermercado, y es muy posible que te saquen más de una sonrisa 🙂

El precio es sin duda una variable importante a tener en cuenta, y es cierto que comprar frutas, verduras y carne frescas y/o ecológicas suele salir más caro que la que encontrarías en los supermercados. Pero de nuevo aquí se trata de poner consciencia y gastar tu dinero de un modo acorde con tus valores y necesidades, no sólo teniendo en cuenta el precio.

Como en todo en la vida lo ideal sería el equilibrio. Comprar todo lo que te sea posible en productos frescos en mercados y comercios tradicionales y el resto en supermercados sería sin duda una buena opción.

¿CUÁNTO GASTAS EN COMIDA AL MES?

“Tu dieta es como una cuenta bancaria. Y las decisiones buenas sobre la comida son buenas inversiones” – Bethenny Frankel

Si ya has empezado a llevar un Excel con tus gastos mensuales es posible que ya tengas una cifra aproximada de tu gasto mensual en comida. Tener esto claro es de gran ayuda y te dará una serie de pistas con respecto a cómo de importante es para ti la comida.

El importe por persona es muy variable pero, en media, es posible que rondes entre los 200€ y los 400€, dependiendo de dónde realices tu compra y los tipos de productos que adquieras. A medida que aumenten el número de personas que formen parte de tu hogar aumentará el coste en comida, aunque afortunadamente no en la misma proporción 🙂

Respecto a tu presupuesto mensual para comida, sólo un apunte más. Una vez conoces el dinero del que dispones, trata conscientemente de distribuirlo en función de lo que más valoras. Por ejemplo, si te encanta el chocolate negro, no escatimes y compra el que realmente te gusta. Y al contrario, no dudes en comprar el más barato del producto que no sea tan importante para ti.

¿VIENEN ENVASADOS TUS ALIMENTOS?

“Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina” – Hipócrates

Ante esto no hay duda, si no vienen envasados, mejor. O, como se suele decirse, los mejores serían los que no lleven etiquetas. Frutas, verduras, pescados y carnes frescas que no hayan sido procesadas van a ser nutricionalmente mejores que cualquier alimento procesado, envasado o etiquetado que puedas encontrar en los supermercados, diga lo que diga el fabricante.

¿Y SI LLEVAN ETIQUETAS?

La mayoría de productos envasados están obligados a llevar etiquetas que detallen sus ingredientes, así como la distribución de sus macronutrientes (proteínas, grasas, e hidratos de carbono). El problema es que no se nos enseña a leer y entender esas etiquetas.

Varios tips sencillos a tener en cuenta serían:

– Los ingredientes se ordenan de mayor a menor cantidad, por lo tanto, si el primer ingrediente de la lista es el azúcar, ya sabes lo que quiere decir…

– Lo ideal sería una combinación equilibrada de grasas, proteínas e hidratos de carbono, siempre en función del tipo de alimento que estés buscando.

– Respecto a las grasas, observa que dentro de ellas están las saturadas, monoinsaturadas, poliinsaturadas y ácidos grasos TRANS. No son para nada lo mismo. Artículo para más info.

– Cuantos menos ingredientes salgan en la lista, mejor. Busca productos lo más naturales posibles, evitando los E- (colorantes, conservantes, etc.)

– Recuerda que el detalle de nutrientes suele estar indicado para 100 gramos de producto, tendrás que adecuar esos datos al total del peso para conocer las cifras globales, y suele cambiar bastante la cosa…

¿COCINAS TU PROPIA COMIDA?

 “Aprende a cocinar, prueba nuevas recetas, aprende de tus errores, no tengas miedo y sobre todo diviértete” – Julia Child

Los ritmos de vida actuales impulsados por horarios laborales exigentes no facilitan llevar a cabo una alimentación de tipo tradicional, como la que hacían nuestras abuelas: guisos y platos que se cocinaban durante horas y con productos frescos adquiridos ese mismo día en el mercado.

Yo recomendaría seguir tomándose su tiempo cada día para elaborar tu propia comida. Por ejemplo, uno de mis platos favoritos son las lentejas, pero no pienso sólo en comerlas, sino que lo asocio con todo el proceso que conlleva su preparación: comprar las verduras adecuadas en la frutería, cortarlas y pelarlas mientras escucho algo de música o algún podcast, cocinarlo el tiempo necesario y disfrutar finalmente del resultado cuando esté listo. Es una mañana especial 🙂

Sin embargo, existen otras opciones. Cuando opositaba y tenía el tiempo muy limitado, me organizaba para preparar la comida el domingo. Preparaba varios tupper con sofritos de verduras, arroz integral o pasta, y congelaba pescado y carne que iba descongelando a demanda. Eso me permitía comer cada día casero y platos variados y muy equilibrados.

En cualquier caso, si entre semana esto no te es posible debido a una rutina muy apretada, intenta aprovechar los fines de semana y cocinar algo sabroso, lento y casero, sin duda notarás  la diferencia 😉

¿CUÁLES SON TUS CAPRICHOS?

«Cuidado con el pasatiempo que se come» – (Benjamin Franklin)

Probablemente te hayas encontrado en una situación de mucho estrés o ansiedad en la que te entran unas ganas tremendas de recurrir a la comida para «sentirte bien». En esos momentos solemos decirnos a nosotr@s mism@s que nos merecemos un capricho pero, ¿Qué es para ti un capricho?

Solemos identificarlos con algo de comida no saludable, muy alta en azúcares o grasas trans. Sin embargo, ¿Consideramos realmente que darnos un capricho para levantar nuestro ánimo o autoestima se consigue a través de un alimento que te perjudica en lugar de beneficiarte? No, un capricho no tiene por qué sentarte mal.

Es cierto que si uno va al supermercado, la mayoría de los caprichos disponibles vienen envasados y su combinación de nutrientes es bastante lamentable. Pero uno puede darse caprichos y no estar pegándose un tiro en el pie al mismo tiempo. Se trataría de buscar un poquito mejor en según qué comercios, o incluso hacérselos un@ mism@.

Os doy un ejemplo, a mí me encanta la nutella casera. No es nada difícil de hacer, la haces a tú gusto con ingredientes naturales, está buenísima y además te sienta bien. Es un win-win 🙂

Si todo esto que te cuento te suena muy bien pero no te parece realista, te dejo también un artículo muy interesante sobre cómo vencer los antojos.

Y recuerda, darse un capricho es cuidarse no des-cuidarse 😉

Hasta aquí los tips para llevar una alimentación consciente. Seguiremos analizando los diferentes tipos de gasto en las próximas entradas.